Siempre tengo la constante tentación de arrojar de una todo mi proceso de descubrimiento, pero mantendré mis deseos controlados para contarte aquí solo un poco de esta reflexión sobre el juego simbólico, los juguetes comerciales y el carácter del niño.
Es más que sabido por todos que el juego, además de ser el lenguaje por excelencia del niño, es también su principal recurso para construir el conocimiento. Mediante su ejecución el niño estimula su mente y desarrolla su inteligencia, autonomía e identidad, permitiendole además adquirir habilidades cruciales para su madurez y desarrollo en áreas psico- sociales, motoras (movimiento), afectivas y desde luego cognoscitivas (capacidades intelectuales).
En el año 2013 en Inglaterra, 130 expertos en áreas de la educación demostraron con evidencia científica la importancia del juego en la primera infancia, demostraron con estudios neurocientíficos “que la actividad lúdica conduce al crecimiento sináptico, particularmente en la corteza frontal, la parte del cerebro responsable de todas las funciones mentales superiores exclusivamente humanas”, es decir “que el juego de simulación apoya el desarrollo temprano de las habilidades de representación simbólica de los niños, incluidas las de la alfabetización, de manera más poderosa que la instrucción directa”. Además, “El juego físico, constructivo y social ayuda a los niños a desarrollar sus habilidades de “autorregulación” intelectual y emocional, habilidades que han demostrado ser cruciales en el aprendizaje y el desarrollo temprano” (Universidad de Cambridge).”
Según la escala piagetiana, desarrollada por el psicólogo Jean Piaget, las actividades lúdicas que desenvuelve el niño son primero de carácter sensomotor (sentidos y movimiento), posteriormente son juegos simbólicos y continua con juegos de construcción y juegos de reglas; el desarrollo y la sucesión de etapas ocurren paralelamente conduciéndole además a niveles más complejos de pensamiento.
“El juego simbólico aparece alrededor de los dos años y medio. Implica la representación de un objeto por otro. Así una vara se convierte en espada, y una espada se convierte en una espada real. El niño inicia este tipo de juego con la realización de actividades caracterizadas por el «como si», es decir, que se atribuye a sí mismo o a los objetos toda clase de significados mas o menos evidentes, simula situaciones imaginarias, interpreta escenas creíbles mediante roles y seres ficticios o reales y coordina a un nivel más complejo, múltiples roles y distintas situaciones. Estas formas de juego evolucionan con el tiempo acercándose cada vez más a la realidad que representan.”
Ana Liliam Licona Vega
Hasta aquí, pareciera necesario brindar mediadores entre el juego simbólico y el niño, ya sean objetos o juguetes. No está por demás enfatizar el hecho demostrado de la importante función psicológica que ejerce el juego simbólico al contribuir además a la formación, desarrollo, crecimiento y maduración del niño. ¿Pero que tipo de materiales son apropiados para el momento de las actividades lúdicas simbólicas?
Algo de historia…
La “cultura del juguete” tomada por la “industria del entretenimiento”
Muchos elementos presentes en la cultura son impulsados por grandes corporaciones, empresas multimillonarias que configuran las mentes de la sociedad a través del consumismo y de la mercantilización de valores que no son necesariamente malos como el entretenimiento. Sin embargo, esta industria se caracteriza por su poca ética para producir altas ganancias a costa de la decadencia humana.
Repasemos de forma breve el origen de las dos compañías que se sitúan a la cabeza en dicho sector económico. Ambas compañías producen la gran mayoría de los juguetes comerciales, mismos que se popularizan a través de campañas publicitarias y programas televisivos que bombardean los medios locales e internacionales. Generaciones han crecido con ellos y su influencia silenciosa sigue constituyendo un elemento central en el juego de muchos niños.
Comencemos por Hasbro, una compañía fundada por tres hermanos: Herman, Hillel y Henry Hassenfeld, en el año 1923. Su comienzo fue dedicado a la producción de textiles, expandiendo pronto su mercado a la producción de material escolar; pasando la Segunda Guerra Mundial decaen las ventas por lo que deciden apostar por un negocio que no se vió afectado, la industria del juguete. Acertando en esto la compañía ahora es valorada en más de $13 mil millones de dólares con ventas anuales por más de $5 mil millones de dólares. Esta compañía es dueña (por nombrar solo algunos) de los famosos Sr. Cara de Papa, My Little Pony, Transformers, juegos de mesa como Scrabble y videojuegos como Atari, haciéndose de ellos a través de adquisiciones y alianzas comerciales con el propósito de vencer a su rival de ventas Mattel.
Mattel por otro lado, tiene su origen en el matrimonio de Ruth y Elliot Handler en colaboración con su socio Harold Matson, quien vende y se retira en el año 1950. El matrimonio Handler comienza su negocio en una cochera vendiendo portarretratos hechos a mano. Elliot es un creativo artesano que fabrica juguetes de plástico, muebles y casas de muñecas. En 1959, el matrimonio crea su icónico y más popular juguete de todos, Barbie, que le ha colocado reñidamente en la cima con su competidor antes citado. Barbie es nombrada así en honor a su hija Bárbara Millicent Roberts. Esta compañía está posicionada dentro de las 500 empresas productoras más grande de los Estados Unidos. Juguetes como Hot Wheels, Polly Pocket, Max Steel, las muñecas Monster High y Cabagge Patch, asi como juegos de mesa UNO, y adquisiciones como Fisher Price, forman parte de su popular fama.
Es interesante que ambas compañías adquirieran estudios de televisión para asentar mejor el efecto de necesidad de algunos de sus famosos juguetes, con licencias de compañías dedicadas a la industria de la animación, como por ejemplo Disney. La referencia a estas dos compañías tiene el propósito de mostrar que al ser, ambas, compañías millonarias, su ética de venta esta directamente relacionada a las ganancias, no particularmente al beneficio del consumidor.
Lo que nos dicen…
Los niños pasan por estas subetapas o subniveles del juego:
- Juego de «Hacer como si»: Es la primera etapa del juego simbólico y consiste en imitaciones más o menos verosímiles de personajes, animales, acciones, acontecimientos y objetos reales.
- Juego de roles: son combinaciones simbólicas presentadas en forma de descripciones de conjunto, sesiones, secuencias, escenas específicas, que sin embargo no están sometidas a un escenario previamente establecido.
- Juego de representación: trata de actividades lúdicas en las que el pequeño desarrolla representaciones visuales a través de líneas, figuras, dibujos, formas, colores, etc., de objetos, imágenes, acontecimientos, personajes, etc., reproducidos de manera simbólica en volumen o superficie. Este nivel es más estructurado porque obedece a una previa planificación del juego.
Y que por ello es necesario ofrecerle aquello que le permita imitar, recrear, representar; que el momento ideal para tener juguetes es en la infancia y por tanto es casi un deber del padre proporcionarlos.
Desde luego que los argumentos de venta dirigidos a los niños no constan solo de palabras sino de imágenes, las campañas publicitarias utilizan ganchos emocionales para producir el efecto deseado tanto en los padres como en sus hijos. El marketing y desde luego las redes sociales, combinan estratégicamente algunas leyes de la conducta humana que hace tiempo ha descubierto el campo de la psicología y las neurociencias, algunas tan intrínsecas al hombre, por ejemplo el sentido de pertenencia.
Uno de los más profundos deseos de la humanidad es pertenecer. Y esta preferencia ancestral ejerce una poderosa influencia en nuestro comportamiento moderno.
James Clear
La publicidad hace creer que ciertos elementos son “necesarios” para la hora del juego, se venden como soluciones para el aburrimiento, como artefactos de moda que refuerzan el sentido de pertenencia del grupo (no sólo de los infantes) ; como una forma de mantener la “tradición”, puesto que muchos de ellos crecieron con sus padres. Se comercializan porque nos convencen de ser inofensivos, de prestar su ayuda al niño para crear mejores experiencias, pero…
¿Qué nos dice la lógica?
La historia del hombre tuvo un punto de inflexión importante durante la famosa Revolución Industrial, este proceso de transformación económica, social y tecnológica impacto de forma contundente la vida que hasta ese entonces se basaba en el trabajo manual. Muchas prácticas se vieron beneficiadas aparentemente por las constantes innovaciones que prometían reducir tiempo de producción, haciéndose ver como un importante progreso que nos conduciría al desarrollo.
Es cierto que se han optimizado procesos agotadores, lo que ha favorecido la comunicación y los medios de transporte, que, a su vez, han permitido una rápida expansión del comercio y la agricultura (de lo que hablaremos en otro post). Todo ello se refleja en un incremento considerable de la economía, un capitalismo nacido de la mano de la famosa Revolución Industrial. Y aquí es donde llego al punto de cuestionar, ¿si al convertirse el entretenimiento en una “industria”, no se convirtieron nuestros hijos en consumidores?, el juego natural se mercantilizó, lo cual nos debería conducir al replanteamiento de nuestras motivaciones.
El juego es también un proceso confeccionado por el Dios creador, Quien mantiene vigentes sus leyes y que opera con orden y propósito cada elemento hoy descubierto por las ciencias (y muchas aún sin descubrir); si deseamos que nuestros hijos desarrollen los múltiples beneficios que ofrece el juego, y este como herramienta natural, el qué y el cómo se resuelven sin tanto artilugio, y de hecho, es en la sencillez donde se encuentran las respuestas más asombrosas del poder del mismo.
En la novela autobiográfica escrita por Laura Ingalls Wilder, donde nos narra las aventuras de su infancia, podemos encontrar una cita referente al entretenimiento antes de que la “industria del juguete” modelará nuestros gustos y deseos. Ella narra:
Mary era mayor que Laura y tenía una muñeca de trapo que se
Laura Ingalls Wilder, La Casa del Bosque
llamaba Nettie. Laura tenía únicamente una mazorca de maíz que
envolvía en un pañuelo, pero era una buena muñeca. Se llamaba
Susan. No era culpa de Susan ser sólo una mazorca. Algunas veces
Mary permitía que Laura sostuviera a Nettie, pero ella lo hacía
únicamente cuando Susan no podía verla.
Recordemos que el carácter se construye con nuestros hábitos, cada decisión que tomamos refuerza una identidad en nosotros, todo en absoluto suma al carácter. Sin embargo, omitimos el impacto que puede producir la repetición de un “juego” donde se emplea un juguete comercial. Permíteme mostrarlo gráficamente, el sentido común puede revelarnos verdades que la industria esconde detrás de su deseo de riqueza.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad.
Filipenses 4:8: 8
Este debe ser nuestro estándar, sobre este filtro debiera pasar toda actividad y pensamiento, somos los arquitectos del ambiente de casa, que vale citar al experto en hábitos James Clear, El ambiente es la mano invisible que moldea el comportamiento humano. Tenemos mucha tarea por hacer, un paso a la vez pero con determinación.
Ambas citas son del autor James Clear de su libro Hábitos Atómicos, el cual recomiendo leer.
WOW!! Gracias 😊
I couldn’t refrain from commenting. Very well written!